Nunca es demasiado tarde para comenzar a llevar hábitos saludables y elegir este camino nos puede agregar años de calidad a nuestra vida.vida saludable
¿Cuál es la receta?
Prestar atención al estilo de vida, la nutrición y el ejercicio
Las conductas que tienen impacto en la salud se denominan comúnmente “estilos de vida”.
El estilo de vida se convierte en el modo en que nos exponemos a diferentes “condiciones nocivas” que representan un riesgo para la salud.
Si bien los estilos de vida se moldean desde la infancia en el seno de la familia y se refuerzan en nuestro grupo de pertenencia cultural, a partir del desarrollo de nuestra independencia podemos elegir mantenerlo sin modificaciones, o modificarlo a partir de la adopción de nuevas conductas. Estas pueden ser “tóxicas” o saludables. Pero siempre serán modificables.
Y a lo largo de nuestra vida tendremos muchas oportunidades para aprender nuevas conductas y corregir nuestro modo de vida.
Quizá ayude tener presente que un tercio de las enfermedades en el mundo pueden prevenirse mediante cambios de comportamiento y modificaciones en el estilo de vida.
Los dos primeros pilares que tenemos que establecer para mantener una vida lo más saludable posible son una nutrición equilibrada y actividad física regular.
1. La nutrición: una dieta equilibrada perite que nuestro cuerpo obtenga las vitaminas minerales necesarios para funcionar adecuadamente.
Alimentación saludable
Dentro de aquellos nutrientes que no pueden faltar en una correcta nutrición tenemos, en primer lugar, el agua.
Nuestro cuerpo la necesita para la creación de nuevos fluidos, para regular su temperatura, y para su limpieza interna. Al consumir suficiente agua eliminamos toxinas con más frecuencia y al mantener limpio el cuerpo absorbemos mejor los nutrientes de los alimentos.
Comer frutas y vegetales diariamente es imprescindible, junto con otros alimentos, como los lácteos descremados y los cereales y legumbres, que deben formar parte de una dieta equilibrada.
No excederse en las cantidades de azúcar y sal, que pueden reemplazarse por miel y diferentes especias. Preferir los aceites vegetales a las grasas animales
Carnes magras y al menos dos porciones de pescado por semana.
Por supuesto, la consulta con nuestro médico nos indicará el programa de nutrición más adecuado según nuestras características personales.
2. La actividad física regular: el ejercicio practicado de forma regular, además de ayudar a mantener el peso, es uno de las mejores armas contra el estrés puesto que relaja la tensión acumulada en los músculos. Un mínimo de treinta minutos de caminata, diarios o al menos cinco veces por semana, son una buena base para comenzar. También andar en bicicleta regularmente.
Hacer deportes —como la natación, por ejemplo— es altamente recomendable.
3. Controlar el estrés:
El estrés es la respuesta que da nuestro cuerpo a una situación de presión o cambios. Y si bien es difícil eliminarlo completamente, hay formas de reducirlo y hacerlo menos perjudicial para nuestra salud.
En este sentido el ejercicio, una dieta adecuada son muy beneficiosas y se complementan bien con otras actividades, desde simples ejercicios de relajación hasta las psicoterapias, según los casos.
4. Evitar conductas adictivas: el tabaquismo, el exceso de alcohol y otras substancias tóxicas que parecen aliviar momentáneamente la tensión cotidiana se vuelven destructivas para nuestra salud en el largo plazo. Beber alcohol con moderación y no fumar son, en principio, lo que tenemos que comenzar a tener en cuenta.
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