El estrés laboral tiene graves consecuencias tanto para la salud de las personas como para las empresas donde trabajan. Junto con el dolor de espalda, de cuello, de brazos de piernas, la fatiga visual y las infecciones respiratorias, el estrés, es una de las enfermedades que más afectan a los individuos en el entorno laboral.
Es un tópico de los investigadores del estrés la creencia de que cierta tensión es beneficiosa para una mejor y mayor productividad. Sin embargo, investigaciones más recientes probarían que esta creencia en los niveles óptimos de estrés ha sido utilizada mayoritariamente para justificar una inadecuada gestión empresarial.
El avance tecnológico trajo como consecuencia que el trabajo manual, artesanal, creativo, que ha sido considerado fuente de estrés positivo o eustrés, haya sido reemplazado por un trabajo mecanizado, automatizado, en cadena, de ritmo muy veloz, que, muy posiblemente provoque una menor fatiga física, pero que ocasiona estrés negativo en virtud de una mayor estimulación psicológica e intelectual. Simultáneamente, la situación social como trasfondo y explícitamente las organizaciones de trabajo concretas, exigen a las personas una calma aparente, y el soportar las presiones sin posibilidad de protesta. Esto último, potencia los factores que causan el estrés negativo y conduce a salidas consideradas como hábitos nocivos (el alcohol, el tabaco, los psicofármacos, las drogas, la alteración de la dieta que lleva a la obesidad, etc.) que agravan el distrés y suman factores de riesgo de salud.
El estrés laboral surge a partir del desajuste entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización. El individuo percibe que no dispone de los recursos suficientes para enfrentar la problemática laboral y el estrés se hace presente. Este tipo de estrés provoca insomnio, problemas digestivos, dermatológicos y cardiovasculares. Pero, no sólo existe un padecimiento individual del trabajador, sino que afecta a las empresas. Esto último se conoce con el nombre de estrés organizacional que se caracteriza por el ausentismo laboral, el número de personas que dejan una empresa o que desean hacerlo.
Problemas como el ausentismo debido a diferentes enfermedades de base emocional, el aumento de accidentes de trabajo y la baja productividad de los trabajadores, ha conducido en los últimos años a una revalorización de los riesgos laborales que incluya los factores psicosociales asociados al estrés ocupacional.
Podemos distinguir dos tipos de estrés laboral. El episódico, como por ejemplo el ocasionado por un despido. Y el crónico que aparece frente a una permanente exposición de la persona a factores psicosociales negativos en el entorno laboral.Los factores psicosociales pueden clasificarse en cinco tipos:
-El control sobre el trabajo: la posibilidad del trabajador de tener una cierta autonomía en sus tareas y utilizar sus ideas en el desarrollo laboral.
- El apoyo social: considera la relación del trabajador con sus compañeros de trabajo y sus superiores.
- El balance esfuerzo-compensación: entendiéndose por esto no sólo una remuneración acorde a sus esfuerzos sino, también una adecuada valoración no monetaria de las tareas realizadas.
- Las tareas de cara al público: los trabajos ya señalados de servicios, educación y salud, donde los trabajadores deben manejar sus emociones con el objetivo de ofrecer al público la imagen que se espera de ellos.
- El acoso moral: la práctica de una serie de estrategias sutiles con el objetivo de incomodar al trabajador provocando un desgaste permanente en su trabajo.
El estrés laboral puede darse en cualquier actividad y en cualquier sector de producción afectando el desempeño de los trabajadores. Pero, hay que tener en cuenta tres grupos considerados más vulnerables.
En primer lugar, las mujeres. En este grupo encontramos comúnmente una doble carga que consiste en sumar el trabajo doméstico a la actividad laboral fuera del hogar. Pero, además en la mayoría de las sociedades existe lo que se denomina "techo de cristal": con igual formación y mismo de trabajo, las mujeres ganan menos que sus pares masculinos y sus posibilidades de promoción y ascenso son menores.
En segundo lugar, los jóvenes. Incorporándose al mercado laboral están más expuestos a la precariedad de los empleos.
Finalmente, los trabajadores de más edad pueden presentar problemas de adaptación frente a los cambios tecnológicos implementados súbitamente, sin el adecuado plan de formación y capacitación por parte de las empresas.
Síndrome de burn out:
El síndrome de burn out o síndrome de "estar quemado" constituye una fase avanzada del estrés laboral que puede desarrollar una incapacitación total para volver a trabajar. Junto con el estrés laboral crónico ha sido motivo de reclamo de las instituciones sindicales y organizaciones del trabajo, para su reconocimiento como enfermedad profesional. El reclamo no es ociosos: el 20% de las bajas laborales que se producen en el desempeño de algunas profesiones son de carácter psicológico, la tercera parte de ellas se encuadran bajo este síndrome.
Básicamente, es una enfermedad que afecta a los profesionales cuya principal tarea consiste en la relación con otras personas es de ayuda o servicio y que, necesariamente, se implican excesivamente en su trabajo:
- Niveles jerárquicos en comunicación permanente con personal y/o clientes.
- En profesores (donde el 30% de las bajas son por problemas psicológicos)
- Personal sanitario y de salud
- Asistentes sociales
- Fuerzas del orden público
Las personas "quemadas" en su profesión pierden interés y preocupación por sus tareas, se aíslan socialmente y desarrollan una actitud negativa frente a la vida y los otros. Están en un mayor riesgo de sufrir accidentes laborales debido a la falta de concentración en su trabajo.Los principales síntomas de esta patología son el agotamiento emocional, la despersonalización, y una sensación de fracaso en la realización personal.
Podemos clasificar sus repercusiones en tres áreas:
- Manifestaciones psicosomáticas: fatiga crónica, dolores de cabeza, trastornos de sueño, trastornos gastrointestinales, hipertensión, cardiopatía isquémica, dolores musculares y disfunciones menstruales.
- Manifestaciones conductuales: ausentismo laboral, aumento de conducta violenta y comportamiento de alto riesgo como conducción arriesgada de vehículos, juegos de azar peligrosos. También abuso de fármacos y alcohol. Conflictos matrimoniales y familiares.
- Manifestaciones emocionales: distanciamiento afectivo, impaciencia, irritabilidad, baja autoestima, desconfianza y actitudes defensivas.
En muchos casos, y como una conducta de enfrentamiento que defiende a la persona de la sobrecarga de su profesión, encontramos una fuerte dedicación a algún tipo de actividad extraprofesional, hobby, deportes, etc.
Las variables de tipo motivacional y, muy particularmente, el ambiente laboral, inciden directamente sobre este tipo de estrés, independientemente de las características sociodemográficas de las personas como edad, sexo. Sin embargo, en virtud de sus manifestaciones emocionales, conductuales y fisiológicas incide en una relación mutua con las variables de familia y actividades sociales.
ESTRES LABORAL Y RIESGO CARDIOVASCULAR
El estrés laboral se ha asociado tradicionalmente con un elevado riesgo cardiovascular, particularmente en relación con los cambios en la presión arterial, como parte de la respuesta autonómica al estrés.
Diferentes investigaciones han concluido que el estrés laboral es un factor de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, siendo una relación mediada por:
- Una elevada reactividad de la frecuencia cardíaca durante la jornada laboral.
- Un aumento en la presión sistólica- Un menor tono vagal
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