Correlativamente con las investigaciones sobre los factores de riesgo biomédicos relacionados con la enfermedad coronaria, también se ha estudiado la posibilidad de que factores psicológicos y ambientales puedan incidir en los pacientes coronarios.
Como vimos en el artículo anterior (“La enfermedad coronaria como enfermedad del estilo de vida: Los factores reconocidos por el Interheart”) el Proyecto Interheat reconoce al estrés, la ansiedad y la depresión como factores de riesgo independientes a tener en cuenta cuando tratamos con personas cardíacas.
La existencia de una vinculación entre rasgos psicológicos y enfermedades cardíacas es algo que ha sido reconocido desde muy temprano en la historia de la medicina
Desde la primera mitad del siglo XX se registró un marcado interés por parte de la comunidad médica en el estudio de los factores psicológicos en el desarrollo de trastornos cardíacos. Este interés permanece y se ha multiplicado en el presente.
Desde los primeros años de este siglo se han venido registrando diferentes observaciones en pacientes cardíacos que vincularon las enfermedades cardiovasculares con ciertos factores psicológicos. Merecen mencionarse los trabajos de Sir William Osler, Menninger, Dumbar, Weiss y Arlow, que cierran una etapa investigativa con la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
En la segunda mitad del siglo XX se han llevado a cabo diferentes investigaciones que desde la formulación de patrones de conducta posiblemente relacionados con las enfermedades cardiovasculares (como el Patrón de Conducta Tipo A y la personalidad tipo D) hasta el aislamiento de factores de riesgo (como la hostilidad o el estrés), han intentado responder al modo en que los factores psicológicos inciden en las enfermedades cardíacas.
Como resultado de estas investigaciuones se han propuesto medidas de prevención tanto primaria como secundaria que cada vez más fuertemente vincularon la práctica médica con la psicología.
El siguiente cuadro cronológico explicita aquellas que fueron más importantes y que hoy en día son centrales en la práctica psicocardiológica:
Patrón de Conducta
Tipo A
como respuesta al estrés
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Friedman y Rosenman
(1959)
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Resulta de la interacción entre ciertos rasgos de personalidad y características del medio ambiente. Se lo considera como un patrón de conductas de enfrentamiento a las demandas del entorno, al que perciben como desafiante, con el fin de controlarlo.
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Hostilidad como rasgo estable de personalidad
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Dembroski
(décadas ’70 y’80)
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Las personas hostiles son más propensas a desarrollar enfermedades cardíacas y situaciones de ira precipitan eventos agudos.
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Personalidad tipo D
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Denollet
(década del ’90)
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Personalidad definida a partir de una afectividad negativa y de la inhibición social.
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Emociones negativas
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Estudios sobre la tríada emocional negativa
(década del 90)
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Se destacan la depresión, la ira y la ansiedad como factores de riesgo significativos en el desarrollo de enfermedades cardíacas.
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Emociones positivas
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Psicología Positiva (desde la década del ’70)
Comienzan a reconocerse a finales del siglo y en la primera década del XXI
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Promoción de las emociones positivas (optimismo, buen humor y experimentación creativa) que refuerzan la subjetividad y minimizan a las emociones negativas, mejorando las estrategias de afrontamiento del estrés.
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Con respecto a los causantes sociales de la enfermedad, en principio, habría que considerar que cualquier evento en que las demandas del ambiente agotan y/o exceden los recursos adaptativos de una persona se desarrolla un proceso de estrés negativo.
Los estresores cotidianos son las pequeñas amenazas rutinarias que exigen poco esfuerzo para su superación y que sólo constituyen factores de riesgo en virtud de la asociación entre varios de estos agentes, y su acumulación.
En los últimos tiempos, las catástrofes naturales y artificiales han llevado a considerar muy detalladamente acontecimientos de especial relevancia y que se perciben como incontrolables para todos. Por ejemplo, la guerra, las crisis económicas y sociales, y las devastaciones de los tsunamis, terremotos y huracanes.
El estrés social, el estrés laboral, la interacción con los otros, y, en general, los cambios sociales, impactan en la salud cardíaca.
Dentro de los factores sociales que los investigadores han considerado de mayor influencia se destacan los niveles socioeconómicos y la situación laboral.
Algunos estudios de población han corroborado la influencia de factores socioeconómicos en la salud.
La relación que se puede establecer sería la siguiente: a menores niveles en el estatus económico, mayor riesgo de enfermedad. Esta hipótesis incluye una pobre nutrición (generalmente excesiva en sus niveles lipídicos), un mínimo de cuidados médicos y una mayor carga infecciosa.
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